9.28.2005

reacio

Cierto que ya no te endulzo, pero no me amargué, y para desgracia mía, te extraño. Me siento hueca por dentro y cuando me pregunto por qué, me responden tu risa y tu voz que ya no escucho y me entristezco. Estás en la pésima comida china que me apetecía por el mero recuerdo de comerla a tu lado, estás en mis calcetas de invierno que aguardan la nieve sin vos. Y qué tango, parece una canción de Shakira. Vos irás por la vida igual que siempre, medio vivo y medio muerto, y de vez en cuando extrañarás algo de mí (pero no lo que más valor tenía: mi flanco más frágil que inexplicablamente te desnudé hasta el frío). Hasta olvidarte me duele, sabiendo que me olvidarás más rápido, que te dolerá menos, que por más que me aleje, al volver la cara atrás siempre veré el punto originario en el cual yo te amaba y vos apenas a veces me necesitabas. Razono que todos los amores imposibles perduran porque dejan un hambre sin saciar. Me refugio en el recuerdo de tu cuerpo temblando bajo el mío para pensar que vas a pasarte la vida mendigándole mi amor a otras. Luego sé que el presente feliz siempre nos parece lo mejor de la vida, y deseo tu felicidad, y sé que habrá otra para vos, y quiero resignarme … y todavía no. Y eso que no fuiste ni mi amigo más fiel ni mi mejor amante: cómo te quise, que todo mi valor lo puse en tu balanza, como si vos tuvieras un valor absoluto y yo me midiera por vos. Algún día me lo perdonaré.

empieza el frio

Lola querida:
Hoy me siento muy sola en el mundo. Me enamoro de nuevo con aquel temor viejo de que todo se derrumbe de pronto y me encuentre, de nuevo, muy sola en el mundo. Los lazos familiares se desatan y estoy como planeta sin órbita. El trabajo que promete llenar mi soledad me asusta, la domesticidad que me reconforta, hoy me fastidia. Tengo un hambre insaciable.
--F.

9.26.2005

toc(arte)

Todo lo que tus manos tocan se vuelve bello.

9.23.2005

sin dulce y sin osito

Qué bueno querer y que me quieran por mí, no como una golosina vacía.

Dentro de tus ojos veo un lago > donde un hada se desnuda para que la adore el sol > La melancolía de la tarde me ha ganado el corazón, y se nubla de dudas > Son esos momentos en que uno se pone a reflexionar y alumbra una tormenta > Todo es tan tranquilo que el silencio anuncia el ruido de la calma que antecede al huracán. > De repente no puedo respirar, necesito un poco de libertad > que te alejes por un tiempo de mi lado, que me dejes en paz. > Siempre fue mi manera de ser, no me trates de comprender > no hay nada que se pueda hacer, soy un poco paranoico lo siento. > Al ratito ya te empiezo a extrañar me preocupa que te pueda perder > necesito que te acerques a mi, para sentir el calor de tu cuerpo. > Un osito de peluche de Taiwan, una cáscara de nuez en el mar > suavecito como alfombra de piel, delicioso como el dulce de leche. > Dentro de mi lecho, duerme un ángel que suspira boquiabierto entre nubes de algodón. > Junto con la luz de la mañana, se despierta la razón y amanece la duda.
—“Un osito de peluche de Taiwan” : Los Auténticos Decadentes

Adiós a la auténtica decadencia de ser tu objeto de consumo. Adiós pobre, mendigado amor ... Que otra te endulce la vida si puede.

9.10.2005

dejála correr

Agua que no bañe, agua sólo para beber, agua que no envuelva como una niebla o una nube próxima, sino que se introduzca por los poros finos del cuerpo, que desopile pero no empape, que no hinche …
—Luis Martín-Santos

Se puede cerrar la cuenta si el amor es cuestión de pérdida y ganancia, de inversión, de consumo. Pero antes que nada, si negás el acceso a tu yo, enterito detrás (o delante) de la puerta clausurada. ¡Eso ha salvado muchas vidas! Frida múltiple corre en las aguas del deseo, porosa. Ese líquido furioso la traspasa. En cualquier momento se lleva el dique y lo inunda todo. Más allacito del diluvio futuropasadoadiós se vislumbra calavera. Ese sello sí es irrevocable. Tal vez por eso.

9.08.2005

Dieguito tostado

Apenas te ví y ya me parece que fue un sueño. Cuánto faltó, cuánto sobró. Decirte que te extrañé mucho, decirte que te quiero. Que regresaste cambiado… ya lo sé. Te fuiste a cambiar. Tu tiempo conmigo fue un ensayo de la vida sin ella, de la vida con una parte tuya que nació en otro lado. Decís que hay ciclos y desesperación, pero tu historia sigue siendo un enigma en sus fragmentos. Me muero de ganas de abrirte las puertas de mi vida de par en par otra vez. Pero eso está de sobra: lo que me toca es ir cerrando, suavemente para no herirnos mucho más. Y te veo alejarte, desde el umbral de tu vida en la que a veces fui una huésped demasiado entusiasta. Mi Dieguito, tostado por soles lejanos, cómo besar tus pequitas radiantes y ver cómo me vas borrando, sin llorar.