4.27.2006

“oh yeah”

Lola de mi vida:
Una princesita elfa me sirvió el café. Siempre la noto: su cuerpo es largo, su piel muy blanca, lleva tatuajes celtas en los brazos y el pelo negro brilloso en dos colitas negras que la suavizan sin aniñarla. No sé si tiene los ojos azules o verdes, porque el maquillaje iridiscente que enmarca su mirada es verde celeste o pastel turquesa o lila plateado y no sé, sonríe y a mi sólo me queda esperar que en cualquier momento le salgan las alitas de hada o de libélula para que confirme todas mis sospechas.
En alguna ocasión se la he señalado al susodicho y a él no le parece gran cosa (o no lo admite). No sé si es sincero o es su política estricta de expresar cero interés cuando yo (como un chisme cualquiera) le señalo algo de otra mujer.
Claro que yo siempre capto cuando al pasar alguna a él se le escapa un “oh yeah” (que en español sería ¿qué? ¿“mamita rica”?) de los ojos. Uy, lo peor es cuando yo sí veo lo que él le ve. ¿Es legal tener celos cuando a mí también me gusta?
Con la conciencia sucia,
—Frida

4.25.2006

two tableaus (part 2)

I
The Love Embrace of the Universe (1949)
Tirada en el sofá, ella acariciaba sus propios senos, tersos como los de una adolescente. Del narcisismo somnífero pasó al asombro: una gota perlada asomaba de su pezón estéril. Él la estrujó con sus labios y ella soportó el dolor, aguardando el sentimiento de ser diosa madre pero sintiendo apenas que era espectadora o testigo del evento ajeno de su cuerpo lactando.


II
Frida and the Abortion (1932)
No, ya no desconfío. El que te hayas operado me ayudó a confiar. Es como si anduvieras puesto un cinturón de castidad.

4.20.2006

coros cercanos, coros antiguos

16 de julio de 1942. 4 de la tarde. París, Rue Ordonner. Las unidades de deportación tocan a la puerta de la familia Koffman. Buscan al rabino. Su esposa miente, dice que está en la sinagoga. Pero él sale, chivo expiatorio. Ella muestra el bebé que lleva en brazos y arguye con la mentira de un nuevo embarazo. Inútil. Se lo llevan. A mitad de la calle, apretados los unos a los otros, seis niños gritan desolados. Años después una lectura evoca en Sarah ese recuerdo:
En lisant la première fois dans une tragédie grecque les lamentations bien connues « ô popoï, popoï, popoï » je ne puis m’empêcher de penser à cette scène de mon enfance où six enfants, abandonnés de leur père, purent seulement crier en suffoquant, et avec la certitude qu’ils ne le reverraient jamais plus : « o papa, papa, papa ».

(Cuando por primera vez leí en una tragedia griega los conocidos lamentos “ô popoï, popoï, popoï”, no pude evitar pensar en esa escena de mi infancia en la que seis niños, abandonados por su padre, solamente podían gritar, sofocándose y con la certidumbre de que jamás volverían a verlo : “o papa, papa, papa”.)

—Sarah Koffman, Rue Ordener, Rue Labat
Es que no hay duda alguna: el arte le queda corto a la vida.

4.14.2006

fosfórica

Voy a guardarme la palabra con que me describiste. (Palabra secretica, palabra peligrosa, mágica ebullición, mi ser por detonar.) No imaginé que la buscaba, pero vos lo intuiste. Jugándome la vida por la palabra justa, tu palabrita, tuya, la de iluminar.

4.13.2006

two tableaus (part 1)




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4.07.2006

del silencio

tanto querer tocarte
con el pensamiento

verter palabras al vacío
entre los dos

ramas torcidas anhelantes
resecas

como todo lo demás
el amor se erosiona

cae sin hacer ruido

lo que dice es más sordo
y más pueril

que “me perdiste” “te perdí”
es otra cosa:

es, “hoy no”
(porque mañana ya no importa)

y es así que el abandono
puede llenarte por dentro

cosas muertas que se hinchan
con la podredumbre de la vida