5.26.2006

no a la dieta

Love
Lingerie
Pornography
What am I gonna eat if you go?

5.25.2006

frutos de nada

Fue una sorpresa más o menos agradable. Que te quiero, pero no hay más que hablar. Te escribí tanto que se me agotaron las palabras, hasta se evaporó el deseo de decir. Es novedoso y me pregunto ... ¿cuántas cosas más puedo agotar así?

5.24.2006

desiderio desideravi

Aparece en la Biblia Sacra Vulgata, traducción de las escrituras del griego y hebreo al latín realizada en el año 405 (la iglesia católica la reconoce como la traducción autorizada en el Concilio de Trent de 1545). Indica la influencia del hebreo, idioma en el que son comunes las frases reflexivas y los giros intensivos. Me la tatuaría. La quisiera de epigrama. O de lema de vida. Significa: He deseado con vehemencia.

5.22.2006

bosquejo de un mito

Lo deleita el olor de los naranjos y de sus enemigos mortales se mofa diciendo: es que tienen una naranja en la cabeza. Cree en la raza cósmica pero a los periodistas les aclara que su mujer es casi pura española (Blanquita Aráuz, telegrafista). Desde la capital despliegan dólares, aviones, artillería y las últimas técnicas contrainsurgentes. Cuando al fin se abren paso, lo que encuentran son peleles y la neblina densa de las Segovias, más pegajosa que el polen del tigüilote y (como toda la montaña), completamente muda. Los marinos yanquis salen del monte rabiando. ¿Dónde está el maldito campamento?

A él tendría que seguirlo, fantásticamente, un ratón o un mercader de boca sucia que trata de venderle contrabando de México: fantasma del ancestral cuecuentzin nahua transformado en Güegüence, ese viejo ladino que se hace el humilde pero que enredando las palabras le está sacando provecho al español desde que éste llegó a venderle (tan caro) el mestizaje. Pero el hombre (que mide apenas metro y medio) no mide sus palabras: Vengan a buscarme, dice. Yo no me vendo ni me rindo. Aquí los espero. Se lo dice a Washington, se lo dice a Managua, por carta y por telégrafo. “El calvario de las Segovias,” lo llama el dictador.

Pero el hombre no se vende. Muy pequeño vio a su madre abortar en la cárcel y eso no lo olvida. Fue por una deuda (pero él no lo cuenta). Por eso le prohíbe a sus soldados forzar a las mujeres (le aterra la sangre de mujer, pero eso tampoco lo cuenta). Lo que no sabe es que algunos en su ejército de patriotas se divierten de vez en cuando (y más veces que cuándo) revolcando alguna indita confiada. Ahí el burlado es él, General de Hombres Libres.

A los quince años presenció estupefacto el milagro que le reveló lo que ahora sabe y no puede olvidar (que está elegido para liberar a los oprimidos de América, encaminarlos al nuevo orden de la luz) – un milagro que recuerda a pesar suyo cuando siente el sudor frío que le empapa las manos y la comezón insoportable en la garganta si divisa algún fulgor intenso en la montaña, sea un relámpago, sea una luna clara, sean las municiones gruesas de sus adversarios. Es un mecánico a la cabeza de un ejército de campesinos. La estela que pensó haber visto solo en la montaña, milagro que (jamás llegó a saberlo) se llamaba Haley, cegaría de nuevo a la muchedumbre que, ya liberada en el ’86, maquinalmente gritaría el lema en una plaza de Managua: Sandino vive! La lucha sigue!

5.21.2006

dóciles coincidencias

dos y algo de la madrugada
dos jovencitos en bici:
él pedaleaba ligero y ella,
sentada en el manubrio, hablaba por el móvil.
pasaron como en cámara lenta:
el viento les lamía el pelo y sonreían.
dos dólares setenta y cinco, decía el taxímetro
a las dos y catorce.
llegamos y pagué, dos billetes
libros en las dos bolsas plásticas pesaban.
logré desenredar las dos llaves
y caímos a enredarnos en la cama:
yo, y mi almohada.

5.19.2006

life

better lived


5.16.2006

multicomplicidad

bocas jugosas, bocas carnosas,

se te colaban por debajo de la ropa

tibias rojas múltiples aduladoras

chupándote en cada borde obsceno

pegadas a tu piel en danza palpitante

de brazos y de senos

suscitando

una sola rítmica palabra de tu cuerpo

mi nombre

mi nombre

mi nombre

mi nombre.

5.12.2006

compulsive viewing


hoy me topé con el ojo furtivo de guy bourdin
perturbador y hermoso
un film de muestra, hay que ver los diez.

5.11.2006

y yo buscándote

I left behind me a dead young man who did not have the time to be my father. Jean Paul Sartre, Les mots

Ese fin de semana era mi oportunidad. Si no,
¿cuándo iba a volver a verlo? Por toda la casona andaba mi viejo sin camisa, con un short azul grisáceo medio roto y en chancletas. Del foto estudio a la bodega, de la bodega a la cocina, pasaba rascándose la calva – chaplás, chaplás las chancletas por la sala y sus mecedoras de mimbre. Y detrás suyo aquella sombrita decidida. Un día por fin se dio la vuelta (inclinándose) y me dijo: ¿Qué querés, chiquita? No puedo imaginarme lo que le respondí. Sólo me acuerdo de su voz enternecida, del gesto suyo de inclinar la barbilla y observarme por encima de los lentes, de la gracia que él percibió en la escena y que yo comprendí por su risa contenida. Recuerdo sentirme muy pequeña y desear, más que nada en el mundo, ser suya.

5.10.2006

De Los Angeles a Portland

I’m in love with the man, what can I do? He got this idea in his head that Portland, Maine was his home, the place to raise a family… he’d even bought a house and everything before. I was just like, the cherry on top. But I absolutely adore the man, así, que me lo quiero comer en trocitos, so what can I do?

(escuchado en un bar)

5.05.2006

relicario de cosas espantosas

Mommy was on a flat hospital bed, naked. She was delicate, white and calm. She was having convulsions. I knew it was the time of her death and I also was calm. I held her, putting her face close to my chest. I could hear my loud heartbeats, and I knew she could, too. She's hearing the life she will no longer have. She looked at me as if to say she did not want me to see this. Suddenly she got up and shooed all of us away, just like she does when she’s cooking and we crowd in the kitchen to get water, reheat food in the microwave, get juice or whatever, and she kicks us out, with an exasperated “Get out of my kitchen!”

I stood outside with D. After a little while we heard a loud fart. We made a funny face at each other. That means it’s happened, doesn’t it? He said yes. A nurse or two came out of the room. It’s probably awful, isn’t it? Her skin is probably hard, like leather. The thought was almost audible. I imagined tapping at a cheek that was ruddy like a fake tan, hard as wood and hollow. She wouldn’t want me to see it. D. and I started to walk away through a corridor. Other people were going, too. It was closing time.

Walking along a busy street with two or three people. It’s twilight. The street is a desert landscape marked by winding paths, a labyrinth. People push and swarm like ants. There’s only one direction. We didn’t get a death certificate. Two people ahead of me turn their heads. A man with a deformed head who speaks like D., says, “Don’t worry about it. We’ll get it tomorrow.” But this can’t be. Should I have cleaned the mess running down her legs? (Would I?) The morgue is cold. Will her body be amassed with others? Will she be incinerated before tomorrow? (Would she want that?) And her credit cards? My brother, sister and I will have to get together and figure that out. And the relatives at home? Will I take her place and send them money?

Three days ago my mother turned 47, I’m working on a novel about the Nazi occupation in France, and my fear of abandonment is just eating me up.

5.01.2006

mínimo ruego

Cómo no salir nunca de este espacio-silencio
dulce complicidad en que me llamas “mía”
y yo te dejo.

Hablo poco con Dios y nunca pido nada,
salvo que ingenuamente ruego
me deje conservar lo que me encuentro.

Dios cuando soy feliz y luego cuando pierdo,
a soportarlo.

Hoy me dejo arrullar por el silencio
y el hilo de tu pulso en mi garganta:
frágil
la posesión de tu secreto.