3.09.2007

pero vos no entendés la poesía

Yo quería escribir que una mujer pasaba por la calle, empapada hasta los huesos de una llovizna fría y pegajosa, cuando vio pasar a un hombre que no se permitió ver a los ojos y cuyo cuerpo, sin embargo, se desplazaba en la periferia de su vista cual si un día hubiese sido el objeto de su desmesura, cuerpo amado de hombre amado en cada fibra de tierra en cada gota de sangre en cada flujo de fuego, pan y agua, niño aterrado aferrado a sus miedos generador de pequeños terrores, padre a destiempo verdugo y lamedor de heridas: ese cuerpo caminaba con su swing de pingüino o payaso y ella al verlo apartó la mirada se irguió miró de frente como si en el espacio duro no existiera ese hombre pequeño con su pelo gris y su abrigo gris entreabierto y sus ojos clavados en el suelo inmerso en algún simple o complicado o banal pensamiento; y quería escribir que ella no supo si al pasar a su lado (fue el izquierdo) ese hombre con esos ojos grises que ella no supo ver se alzaron a verla con sorpresa o con tristeza o con anhelo o con resignación o con glacial indiferencia, tan sólo supo por un breve segundo que pasaba al lado de un cuerpo íntimo hasta el último poro y que al hacer el recorrido imaginario por las piernas duras de ese hombre que ya estaba a sus espaldas para siempre sintió aquellos ojos grises no vistos por ella recorrerla entre los muslos hacerle revista desde el nudo más oscuro de su sexo hasta el tendón que va del cuello al hombro y pulsa eterna y dolorosamente desde que nadie sabe cómo hacerlo dormir y en ese instante un soplido se le coló por debajo del abrigo frío, muy frío, único amor pasión único odio reconocerse en un perfecto desconocido.

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