4.11.2005

el ciclo kármico

Porque a mí, a la lejana, no la quieren. Es la parte que no quieren y cómo no me va a desgarrar por dentro sentir que me pegan o la nieve me entra por los zapatos cuando Luis María baila conmigo y su mano en la cintura me va subiendo como un calor a mediodía ...
—Julio Cortázar, “Lejana”

Ese es el ciclo kármico: ella es monumental, irrepetible. Desenamorado significa no estar enamorado como lo estuviste de ella. Es decir, enamorado de una idea lejana. En cambio mi cuerpo, yo, siempre estamos tan cerca. A eso lo llamas amoril, amor pueril; o sea que mi paga es tu distancia. Así va la vuelta.

La lucidez dio paso a esa enfermedad llamada envidia, llamada orgullo, llamada me-estás-clavando-tu-veneno-y-yo-te-estoy-dejando. Y no sé qué pasa, creo que estoy muerta. Lo que debe pasarme a mí lo observo desde afuera, desde lejos:

Allí (lo he soñado, no es más que un sueño, pero cómo adhiere y se insinúa hacia la vigilia) hay alguien que se llama Rod—o Erod, o Rodo—y él me pega y yo lo amo, no sé si lo amo pero me dejo pegar, eso vuelve de día en día, entonces es seguro que lo amo.

Mi hambre corporal es un deseo de muerte. Es mi vacío manifestado en llagas.

A veces pienso que sos más ingenuo de lo que parece.¿Por qué habría de repetirse? Yo tampoco puedo dar el corazón como lo hice esa única vez. De él yo quería dejarme moldear. Leía la frase: “I have found the paradox that if you love until it hurts, then there is no hurt, only love.” Yo lo anhelaba: fundir mi espíritu en una entrega pura que me transformara. Después simplemente acepté que fue la Madre Teresa quien dijo la frase, y yo de eso, nada.

Ah, y anoche en la cama del otro yo cerraba los ojos, adormecida de placer y de cansancio. Temía decir tu nombre en sueños. Me sentía culpable en mi silencio. Porque a éste, a este pobre, le toca mi distancia, que es la tuya, que es la de la otra.

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