5.02.2005

putas asesinas

En la mitad del túnel podrán nuestros brazos entrelazarse, y aunque allí la oscuridad es tan grande que no podremos contemplar nuestros rostros, sé que avanzaremos sin temor y que nos tocaremos la cara (tú lo primero que me tocarás será el culo, pero eso también es parte de tu deseo de conocer mi rostro), palparemos nuestros ojos y pronunciaremos acaso una o dos palabras de reconocimiento. Entonces me daré cuenta (entonces podría darme cuenta) de que no sabes nada de pintura, pero sí de soledad, que es casi lo mismo.
—Roberto Bolaño, Putas asesinas


…y es una postura, porque la realidad de las cosas es otra. La verdad es que sos mi mujer, con esa carita linda y ese andar suave, con esa indecisión perenne y ese desvanecer fácil. Quiero pegarte, recogerte del piso y vaciarte los pulmones contra la pared, darte una puñalada o dos para que te des cuenta qué es lo que pasa aquí. Quiero que estés muy lejos y más solo que nunca, que veas en serio tu estatura y de una me llorés mamá. Porque es una postura, muy al fondo lo sé y vos no lo sabés; que ya te sé la vuelta y ya te dí tres vueltas, que con mi temple te cagás y te tengo y si en algún momento te busco y te negás te me vas pero ya, que por el mismo caminito te veo regresar como la mujercita que me gime y me llora y me confiesa anhelo sometida por un desprecio medidito en gramos. Ahí venís arrastrandote, cuando ya querés vivir en mí, y a la puta siempre se le antoja. El día que me quieras será mas bien el día que te arranque los ojos, esos que llevo dentro y que yo dejo ver por mí, y el día que te quiera vas a quedar muerto tan muertito mi amor.

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