5.01.2006

mínimo ruego

Cómo no salir nunca de este espacio-silencio
dulce complicidad en que me llamas “mía”
y yo te dejo.

Hablo poco con Dios y nunca pido nada,
salvo que ingenuamente ruego
me deje conservar lo que me encuentro.

Dios cuando soy feliz y luego cuando pierdo,
a soportarlo.

Hoy me dejo arrullar por el silencio
y el hilo de tu pulso en mi garganta:
frágil
la posesión de tu secreto.

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